La primera encomienda en tierra británica era clara: sustraer una “orejona” de Anfield y ocultarla en el nuevo estadio del Everton. No por altruismo, sino porque si no, esos pobres no la van a oler ni en cromos de Panini. El plan era infalible: sotana, hábito y cara de “Dios te bendiga, hijo mío”. Vamos, que me metí en Anfield disfrazado de madre superiora y salí con más barriga que Bud Spencer embarazado en el tercer trimestre con la copa en la entrepierna, y ni un mísero “excuse me, sister”. La orejona, bajo el faldón, como si fuera contrabando del bueno, a lo Peaky Blinders.
Meterla en la futura casa de los Toffees fue más fácil que robarle el almuerzo a un seminarista. Aquello está en obras, lleno de obreros, andamios y caos tipo película de Berlanga. Me planté un casco amarillo, chaleco reflectante y pululé por ahí como “Peter by his house”, como dice el refrán de Liverpool. Ellos no lo saben pero está bajo el encofrado de la grada que da a Nelson Dock.
El punto de encuentro con los agentes encubiertos de zona era muy cerca del estadio, a 350 metros., 0.189 millas náuticas… o 382 yardas, como prefieras. Allí estaban: la mítica agente Cilla Hands, experta en camuflaje y hurto con sus icónicas manos, y el agente triple Paul Hungover, que traía más mala cara que el VAR un lunes, creo el día anterior había hecho algo con agua y unos floreros… no se. Tras intercambiar los negativos de la operación Sánchez (algo de fontaneros creo que es) y los whatsapps perdidos de Aldama, nos dimos cuenta de que estábamos en un restaurante asiático. Casualidad nivel “Pues ya que estamos aquí…”
Pues venga, a comer. El agente Ringo, sin miedo al colesterol ni al Brexit, empezó a pedir como si estuviera en su última cena. Cilla le soltaba un “ande vas, co” a lo british con carraspeo sureño. Yo, por mi parte, fiel a la misión, al equipo y al sagrado deber del papeo, decidí darlo todo. Como diría Churchill: “si vas a pasar por el infierno, pide otro dim sum”.
Decir que los dimsum estaban todos rewuenos y había uno que no recuerdo como se llamaba, como 3 canelones grandes, que era de garrampazo testicular. Ringo se encargó de pedir y un menda de mover la mandíbula.
Dim sum, you`ll never walk alone